Page 25 - Donde vive la imaginación
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—¡Tengo un grave problema, niños! —gritó desesperada—. ¡Luna se
ha vuelto loca!
Los gemelos, sentados en la cama, pusieron toda la atención a lo que les
estaba contando.
Alfa les dijo que el Sol, la Luna, las Estrellas y los Planetas cuidan que el
cielo siempre estuviera alumbrado de día y de noche. Preocupada, les rogó
que la ayudaran para que Luna volviera a ser como antes.
—Todo empezó cuando ella dejó de cenar suspiros de enamorados y los
cambió por flores en las noches —les contó—. Que siempre buscaba
las más bellas para su cena y ayer por equivocación se comió una
flor negra, la cual hizo que perdiera su brillo y se convierta en un
monstruo hambriento de otras estrellas.
En el rostro de los gemelos había confusión y duda de que no fuera verdad
lo que estaban escuchando.
Alfa se dio cuenta de su desconfianza. Entonces, extendió sus picos y los
abrazó para llevarlos hasta las nubes. Los gemelos pudieron ver desde
lejos a Luna comiéndose una a una las estrellas como niña chiflada que
sólo se come el pollo de su sopa. Notaron que el cielo ya no brillaba
como otras noches cuando se asomaban a la ventana para ver la Vía
Láctea. Su hogar y el resto del pueblo poco a poco va sumiéndose en
la obscuridad.
Después de unos minutos de recorrer el cielo, Alfa los llevó con la estrella
más sabia del sistema solar llamada Canopus. Una vez en su morada de
nubes cósmicas, Juan y Miguel alcanzaron a ver que la Tierra tenía el
tamaño y forma de uno de sus sacapuntas para la escuela. Canopus se
acercó a ellos y les dijo:
—Deben buscar en todos los jardines una flor que puede ser roja, verde,
morada o rosa por fuera, pero blanca por dentro.
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