Page 52 - Donde vive la imaginación
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a buscar el túnel. Ramiro los animó diciendo que él tiene dinero para los
            boletos, antes de que se oculte el sol, estarán en casa.


            Al siguiente día el sol entra por la ventana ya está despierto esperando a
            que su mamá salga a su trabajo, la escucha entrar a la habitación, él se
            hace el dormido, su mamá le susurra al odio:


               —Me voy hijo, dejaré la llave de la casa en la maceta de la entrada para
                  cuando venga el hijo del portero, se quede contigo. –Se despiden con
                  un beso en la frente.


            Después de  unos  minutos Ramiro se levanta,  toma  su mochila, va al
            refrigerador para hacer unos lonches, llena un termo con agua y algunos
            jugos que son de la semana para ir a la escuela; antes de salir de casa
            escribe un recado que deja pegado en la puerta de entrada para el hijo del
            portero, donde le avisa que se fue con su mamá al trabajo, cierra la puerta
            y se va al patio trasero a encontrarse con sus amigos.


            A la salida de su casa se encuentra al portero del edificio, ¡Eureka!, ahora
            sabe quién le comprará los boletos de autobús para ir a Jiménez. Se sienta a
            platicar por unos minutos, entre la charla lo convence de que los acompañe
            a comprar los boletos, de entrada le parece extraño que vayan solos, pero
            Ramiro es muy astuto al inventar que sus mamás les dieron permiso porque
            se trata de una tarea en el museo, lo que más lo convenció fue que le contó
            que su tía Esperancita los recibiría en Jiménez, como él conoce a la señora
            Perita, pues se decide a llevarlos a la central.


            En el patio se encuentran Pepe, Juan y Sergio, todos se van a la central de
            autobuses, el portero intenta hacer preguntas sobre la tarea y Ramiro de
            prisa responde con un sí o un no, al final agrega que es sorpresa la tarea,
            que no debe saber nadie porque es un concurso de su escuela.


            Una  vez  sentados  en  el  autobús,  no  hablan  durante  el  camino,  están
            nerviosos, ven por la ventana cómo, poco a poco, el autobús deja a lo lejos
            Ciudad Victoria. Ramiro intenta contar chistes para calmar los nervios,
            pero no funciona, así que todo el camino los amigos estuvieron en silencio,


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