Page 53 - Donde vive la imaginación
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llega el autobús a Jiménez, para suerte de los chicos se detiene exactamente
enfrente de la plaza, cerca de la casona de Escandón y de la iglesia, con
cuidado bajan del camión, sin hacer ruido para que nadie sospeche que
viajan solos.
La casa de Escandón se encuentra cerrada, deciden entrar por la barda que
da al patio trasero de la casa, en unos cuantos minutos se encuentran dentro
de la casona de don José de Escandón. Es un museo grande, lo recorren
hasta el último rincón, casi a punto de darse por vencidos, observan que
debajo de las escaleras hay una especie de cárcel, en la esquina de esa
cárcel hay una lámina recargada en la pared, sólo la sujeta un block. De
inmediato la mueven, observan un hoyo hondo, de pronto gritan:
—¡Lo encontramos, éste es el túnel!
En fila fueron entrando los cuatro amigos, dentro del túnel no se puede
ver, tienen una lámpara llegaron a una pared cerrada, tal parece que el
túnel sí los dirigía algún lugar, pero el camino está bloqueado por una roca,
decepcionados se sientan a pensar qué hacer, el camino terminó. Ramiro
como de costumbre inicia a idear qué se va a hacer, se ha llegado al final
del camino, enojado se recarga en la roca y sorpresa:
—¡La roca se abrió, chicos la roca se abrió! —grita Pepe.
Todos asombrados, continúan el camino, llevan un buen rato debajo del
túnel, deciden descansar, dan las cuatro de la tarde, Sergio saca de su
mochila golosinas, con hambre empiezan a comer. Todos se encuentran
irritados, no dan con el final, Juan propone regresar, de pronto escucharon
que cayó una roca y ésta les tapó el paso para regresar.
Juntos trataron de mover la roca, para dejar el camino libre y poder seguir
a la entrada del túnel, pero fue imposible, está muy pesada. Gritaron como
desesperados, pero nadie los escucha, saben que en el museo no hay nadie,
es sábado, no se trabaja, el cansancio los vence, comienzan a sentir que el
aire se acaba, esto hace que tengan sueño, duermen un rato.
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