Page 22 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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Mi primera cuarentena




            En estos días monorrítmicos en los que se agotan los temas de reflexión,
            haciendo un repaso de mi historial clínico, llegué a la conclusión de que ésta
            es mi segunda cuarentena, pues en 1945, con siete y medio años cumplidos,
            padecí el sarampión, por contagio directo de mis primos Osorio Vázquez,
            que vivían al lado de mi casa. Ellos eran tres y yo la única en mi casa.
            A los dos primeros ya les había brotado, pero al más pequeño de cinco
            años y a mí, aunque ya teníamos los síntomas, estábamos enfermos, hasta
            acalenturados,  pero  los  dichosos  puntitos  rojos  no  acababan  de  brotar,
            así que la tía decidió aplicarnos la fórmula que se usaba en Calotmul, su
            pueblo natal, de modo que una noche, a mi primito y a mí nos pusieron a
            dormir en la misma hamaca y debajo de ella extendieron unos periódicos
            viejos  donde  espolvoreó  la  tía  una  jícara  de  semillas  de  achiote  recién
            brotado. Cuando eso, hace más de 70 años, en casi todas las casas de mi
            rumbo se cultivaba este arbolillo, que no era tan alto pero sí muy bonito,
            tenía grandes hojas verdes y el fruto da en chumazos. Cuando es su época
            de reproducción, aquellos se abren y dejan salir esas semillitas rojas que se
            utilizan como condimento en múltiples comidas yucatecas, ya que tiñen de
            rojo y dan sabor al guiso.


            Pues la fórmula calotmuleña funcionó. Al día siguiente mí primito y yo
            estábamos rojeando de sarampión, y empezaron los cuidados:


            No nos podía dar el sol directamente, tampoco nos debíamos mojar en la
            lluvia, de hecho, no nos bañaban, sólo nos aseaban, no debíamos correr
            ni brincar, porque esto nos hubiera hecho sudar, lo que nos provocaría
            comezón y no nos podíamos rascar.

            Los 15 primeros días de la dieta, ésta era magra. Atoles de avena, Maicena,
            harina de arroz o de algo que se llamaba tapioca, que nunca supe qué
            era, pero aguaditos y sin leche, les acompañaban galletas de soda, que
            tampoco supe porqué las ponían primero en el comal caliente para dejarlas
            doraditas.





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