Page 26 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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La pareja humana no está exenta de su influencia. Por algo disfrutan su
luna de miel…
Quienes hemos llevado en nuestro vientre por nueve meses a un cachorro
del hombre, sabemos lo inquietos que éstos se ponen durante los cambios
lunares y cómo su actividad rotatoria se agudiza, al grado que las pataditas
no sólo se sienten sino se hacen más visibles.
Por cierto, el término menstrual que se aplica al desarrollo físico de la
mujer proviene del griego menses, que significa luna, porque se produce
cada 28 o 29 días, que es lo que dura el periodo lunar.
Seguramente eso ustedes ya lo sabían, pero yo no, o, si lo supe alguna vez,
ya se me había olvidado.
¡Hace tanto tiempo que dejé de ser púber! A través de esta breve, pero
prolija investigación bibliográfica en mi centro de trabajo que realicé
en estos días gracias a las habilidades técnicas de mi amiga Ivonne, la
bibliotecaria nuestra, me enteré de muchísimas cosas que enriquecieron
mi acervo bibliográfico acerca de Selene. Por ejemplo, yo no sabía que a la
luna no siempre se le ha dado un trato femenino.
Resulta que los egipcios la corporizaron en el dios Tot, que era para ellos
el mediador del tiempo, escriba de los dioses y señor de la magia y la
sabiduría… ¡Nada menos!
Para los maoríes, el dios Luna rapta a la esposa de dios Rama y desde
entonces están luchando en la superficie del primero y son visibles para el
hombre, sólo con observar la imagen lunar.
En Japón, la luna es el dios Tzuki-Yomi, así, en masculino. En la mitología
mesopotámica antigua, Sin era el dios Luna y se le representaba como un
viejo con barbas.
¡Bueno, en la mitología hindú, era un dios tan masculino, que hasta tuvo un
hijo! El dios se llamaba Chandra y la madre de su hijo Chandra–Varma.
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