Page 27 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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El que creó la dinastía de los Chandela fue Hemavati, que era un mortal.
Donde sí me impacté fue con el doble rol que jugaba la Coyolxauhqui para
los aztecas, pues para ellos representaba indistintamente el sol y la luna
y tenía tanto poder, por tener el control de las cuatrocientas estrellas de
Huitzauna, que era especialmente cruel y sádica, hasta el grado de haber
decapitado a su madre Coatlicue cuando ésta se encontraba embarazada,
e hizo también desaparecer a sus propios hijos en extrañas circunstancias.
Así que a los decapitadores actuales bien podemos decirles ¡Hijos de
la Coyolxauhqui! ¿No lo creen? Pero no todos los dioses aztecas eran
sanguinarios; también se le cuenta a los niños actuales hermosas leyendas
relacionadas con la luna y los dioses benévolos, como Quetzalcóatl, de
quien dicen que un día se disfrazó de hombre y vino a recorrer la tierra, y
estuvo camina y camina todo el día y ya cansado y hambriento, cuando las
estrellas y la luna salieron a brillar por las ventanas del cielo se sentó en una
piedra grande a descansar y vio entonces a un conejito que había salido a
cenar y le preguntó ¿Qué comes? Zacate, respondió éste ¿No quieres un
poco?
–¡Pero yo no como zacate!
–¿Y qué vas a hacer entonces?
–No sé, supongo que morirme de hambre y de sed.
–¡Mira! Le dijo al conejito acercándose.
–¡Yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, aquí estoy
¡Cómeme!
El dios le acarició la cabeza al conejito y le dijo:
–¡No serás más que un conejito, pero todo el mundo y para siempre, se
ha de acordar de ti!
Y lo levantó muy alto, hasta la luna donde quedó estampada la figura del
conejo. Lo devolvieron a la tierra y le confirmó el dios:
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