Page 23 - El magisterio y la vida en verso y prosa
P. 23

Como las dos familias criaban gallinas, todos los días mataban dos pollones
            y los hacían a baño María, algo que a esa edad no sabíamos qué era y
            nos daban el caldo y parte de la carnita desmenuzada nadando en él. El
            mismo tratamiento le daban a las verduras de todas clases; el agua sí era
            basta y el jugo de algunos cítricos, aunque no precisamente eran jugos, sino
            naranjadas, limonadas, etc.


            Después de los 15 días, ya nos daban pequeñas presas de carne de res o
            de puerco, pero bien cocidas, también alguna clase de pescados como el
            Mero y otros, pero desmenuzados, por aquello de los huesos. A partir de
            los treinta días ya comíamos lo que comían todos, pero en poca cantidad
            y en horas muy marcadas. Por fin se terminaba el periodo, pero no podías
            librarte del baño de hojas curativas, que nos limpiaban las cicatrices, pues
            desprendían las costritas.


            Lo cierto es que cuando concluía la enfermedad, los chiquitos ya habíamos
            crecido algunos centímetros de largo, pero de ancho, parecíamos arañas
            fumigadas, entonces comenzaba la parte reconstituyente. Para eso, tenías
            que tragarte, no me acuerdo si dos o tres cucharadas de emulsión de Scott
            al día, acompañada cada toma de un vasito medidor de vino Wampole y,
            por lo menos, una cápsula de aceite de bacalao. Las pastillas de levadura
            de cerveza también formaban parte de aquel menú reconstituyente.


            Yo siempre fui catarrienta, por eso me agregaban, además, una cucharada
            de jarabe de rábano yodado. Toda esa farmacopea la adquirían nuestros
            papás en la farmacia Drogas S. A. A mí no se me olvida, porque mi papá
            era amigo del dueño.


            Yo no sé cuánto conocimiento científico se tenía ya de estas fiebres eruptivas,
            ni si existía seguimiento del porcentaje de muertos y sobrevivientes anuales
            de las mismas. Sólo sé que mi generación padeció de todas: sarampión,
            viruela de la virgen, rocíola, rubiola, además de la tosferina y no sé cuántas
            más ¡Ah! Paperas ¡Chihuahua! Los sobrevivientes somos Xich´es, tenemos
            el cuero curtido, no cabe duda.







                                                                                 21
   18   19   20   21   22   23   24   25   26   27   28