Page 93 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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que aprendieran a leer; sino hasta el sexto grado, y éstos, en un
mínimo porcentaje y con grandes deficiencias. Muchos terminaban el
equivalente de su secundaria sin lograr estos aprendizajes de manera
plena. No sé si esto ya ha cambiado ahora.
Pues volviendo a mi joven colega, que por cierto regresó del país vecino
con un doctorado en literatura, nos reitera que él sí fue un niño orgulloso
de su patria y ahora es un ciudadano convencido de las bondades de la
educación gratuita y laica que tenemos los mexicanos, por lo que solicitaría
a los sucesivos gobiernos que invirtieran cada vez más en este rubro. Que
la edición y reparto de libros gratuitos no se detuviera jamás, incluyendo
los libros del Rincón, que tanto placer proporciona a los niños de todas
las épocas y son de gran ayuda para los maestros. Que a todo lo largo y
ancho del país se continúen construyendo escuelas. La niñez y la juventud
de México se lo merecen. Y así, él y sus contemporáneos podrán seguir
sintiéndose orgullosos de ser un producto de nuestro Sistema Educativo
Nacional.
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