Page 97 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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Pero lo más importante, descubrieron que no habían equivocado su
vocación y continuarán sus estudios con entusiasmo y deseo ineludible de
llegar a la meta.
En lo que a mí respecta, siento que mi vocación está ahí, intacta, sin
restricciones ni falsas expectativas. Soy maestra por convicción, no por
herencia.
El haber tenido padres maestros no implica que los hijos tengan que ser
maestros; incluso si éstos optan por dicha profesión, no se garantiza que
hubieran heredado la vocación. Su decisión puede deberse a otros factores,
la vocación es algo personal.
Puede darse el caso de hijos de maestros que superen en calidad de su
magisterio a sus padres, y otros, que padezcan sus treinta años ejerciendo
una profesión que les conviene.
En mi opción no hubo intermediarios. No existen dos personas iguales.
Cada miembro de mi clan familiar se ha desempañado según sus principios
y referencias, pero hay algo que sí nos aunó siempre; la felicidad que
sentimos todos ante un grupo de alumnos. El magisterio es dar, más que
recibir, y el compromiso de todo maestro es con la sociedad en general y
en lo individual, con cada uno de sus alumnos.
Se avecina un nuevo ciclo escolar más, continuaré siendo feliz; fue mi
elección y es el destino que me forjé.
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