Page 100 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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rojos de tacón muy alto. ¡Cuando vio que la miraba me sonrió, alzó
la mano y me dijo adiós!
La otra maestra de al lado dijo lo mismo:
—¡Sí, es cierto maestra, igual hizo conmigo; se sonrió y me saludó.
Estaba muy arreglada, con peinado de salón y tenía un vestido muy
bonito y sus zapatos rojos altos!
—Pensé que al salir de aquí se iría a alguna fiesta porque no traía su
morral con su computadora y sus libros; sólo una carpeta tenía en la
mano. Creí que sería su tarea de hoy.
Yo ya estaba bien intrigada, pero aún no veía la situación que las tenía
tan alteradas; hasta que una tercera maestra dijo:
—¡Le estamos diciendo maestra Effy que eso no puede ser, la maestra
Gloria murió el miércoles, ya salió hasta su esquela en el periódico!
Y terció otra compañera:
—¡Maestra, mi hermana me platicó que a principio de semana la
ingresaron al ISSSTE, donde la operaron de emergencia, pero tuvo
complicaciones y falleció a media semana!
Mi alumna insistió. —¡Yo no sabía de su muerte maestra pero hoy yo la vi,
le juro que la vi y me dijo adiós con la mano!
La otra compañera también reiteró: —¡Yo también la vi maestra, estaba
muy bien vestida y arreglada, y tenía sus zapatos rojos de tacón alto. Como
yo me siento junto a la ventana, cuando se volvió, me vio y me dijo adiós
sonriendo, como siempre lo hacía!
El compacto grupo de maestros guardó silencio.
Algunas compañeras se santiguaron llorosas y un veterano maestro,
visiblemente conmovido, sólo atinó a decir:
—¡La maestra Gloria vino a despedirse!
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