Page 15 - El Sembrador de esperazas
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¡Date a querer!
                                (Al menos hay que intentarlo)



               Me encantaba levantarme tarde y más en casa ajena, era flojita al
            igual que tú. Me hizo el comentario mi abuela, mientras me servía
            el desayuno.


                —Uno nunca se da cuenta que algunas actitudes cansan o
                  molestan a la gente. Siguió diciendo, sin dejar de lavar y
                  acomodar su cocina.

                —¿Qué molesta más a la gente abuela?, pregunté, queriendo que
                  olvidara el incidente de haberme levantado muy tarde. Al
                  menos, creo que para ella lo había sido.


                —Hay muchas cosas  que seguramente molestan a la gente, y
                  sería una lista interminable, mas hay algunas que agradan a la
                  gente y te hacen apreciable.

                —¿Cuáles son?, contesté interesado.


                —Que no seas flojo, es una de ellas, que seas acomedido; es decir,
                  que ayudes, eso es muy valorado, que aprendas a cuidar lo que
                  te prestan o lo que no es tuyo. Esa es una cualidad de hombres
                  cabales.


                —Que no seas metiche, te hace ser aceptado en cualquier parte,
                  no ser boca floja, también tiene muy buen valor, que no seas
                  grosero ni mal educado, es muy bueno en estos tiempos.


                —Y eso… ¿Cómo se aprende?, pregunté haciéndome el inocente,
                  sabiendo que mis padres, ya me lo habían dicho.


                —Antes se decía que ser buena persona se heredaba. Era ser hijo
                  de buena cuna, hoy creo que hemos dejado de enseñarlo.




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