Page 19 - El Sembrador de esperazas
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—Yo tampoco, le completé también, al ver que, en medio del
camino, un ente blanco se movía hacia arriba, hacia abajo y
hacia los lados.
—Es una hora, somos cinco, enfrentémosle, dijo nuestro director,
quien también temblaba, aunque un poco menos que yo.
—Ve tú por delante, Pascual, es una indicación.
—¿Por qué yo?, dije espantado.
—Eres el más nuevo, gritaron todos, como si se hubieran puesto
de acuerdo.
—O tienes miedo, arremangaron.
Al ver que no me quedaba de otra, tomé mi bordón improvisado y
lo extendí como una espada del mejor acero. Y ahora que recuerdo,
creo que hasta caminé como la Pantera Rosa, –sigilosamente– como
Hércules o Superman, tratando de vencer mi miedo, para que los
demás no lo notaran tanto.
Toda mi mente era miedo, mis piernas, mi cuerpo, alma, espíritu,
era todo miedo. Me daba terror desobedecer a mi director, y menos
mientras estuviera en ese centro de trabajo. Aunque eran minutos
los que nos hacían unos más antiguos que otros. El jefe nos ganaba
por dos horas en haber llegado y había que obedecer.
Y ahí voy, al menos yo sentía que el cascabeleo de todo mi cuerpo
se escuchaba lejos y tenía la esperanza que ese ruido espantara al
fantasma…
Me fui acercando sigiloso, mis compañeros a cierta distancia me
seguían en silencio, aunque escuchaba también su temblor…
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