Page 21 - El Sembrador de esperazas
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La roca fea
(Para alguien o cuando menos para uno, somos los buenos)
Mi padre era un tipo muy especial, a pesar de no ser geólogo ni
biólogo, le encantaban las rocas, los minerales y las plantas. Su jardín
era una de sus pasiones, siempre estaba pensando cómo mejorarlo.
Tan pronto salía al bosque regresaba bien con una roca, una planta
o con ambas.
Párate ahí, subamos esa roca, era común escucharle cuando
viajábamos a algún lugar, nos deteníamos con gusto al mirar la roca
elegida. Y aunque algunas veces nos costaba subirla a la camioneta,
justificaba el esfuerzo y la belleza de esa roca.
Un día nos hizo parar donde había muchas rocas muy bonitas y
a nuestro parecer eligió la más fea y la más pesada. Los que
acompañábamos le hicimos muchos comentarios. Había más
bonitas ¿Por qué elegiste ésta?, la verdad es muy fea, entre otras
afirmaciones más despectivas, él sólo sonreía.
Lo vimos trabajar en su casa todo un día, y cuando colocó la roca, el
jardín parecía brillar con una vitalidad y belleza inusual.
Todos lo felicitamos, y celebramos tan buen trabajo, degustando
con agua de cebada.
—Ustedes estaban pensando en lo feo de la roca, yo en la belleza
del jardín, comentó sonriente.
En la vida habrás de querer a todos por igual. Algunos te
aportarán belleza, otros alegría, conocimiento, sabiduría o
amor. A mi jardín le hacía falta fuerza, eso es lo que le di.
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