Page 20 - El Sembrador de esperazas
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Mi espada-bordón a pesar de querer sostenerlo en horizontal,
parecía más de gelatina que de madera valiente.
Me acerqué despacio, muy despacio…, despacito, muy despacito…,
sumamente despacio…, exageradamente despacio…
A todos los tenía en silencio mientras les contaba esta historia, igual
que a ti, seguramente.
Y me acerqué…, y no paré de reír…, reí, reí e hice lo que nadie ha
hecho… ¡Destruir al fantasma!
—¿Cómo lo hiciste?, preguntaron todos al mismo tiempo. Y
como el gran héroe que todos queremos ser, les dije:
—Le quité la bolsa blanca de azúcar que se le había atorado en la
cabeza a un burro blanco.
Reímos todos, hasta mi director, que una vez que tomó la dirección
de la escuela, se había vuelto muy serio.
Desde ese día nos hicimos equipo.
¡Las vivencias nos hacen familia!
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