Page 41 - Docentes que transforman vidas que forman...
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Incluye reconocer, identificar y gestionar las emociones propias y
además comprender las que vive el estudiantado; es un ejercicio
de conciencia, de preparación y de apropiación de una cultura
para lo cual los docentes no han sido formados. Actualmente el
analfabetismo emocional conforma parte de lo que hay que vencer,
no basta con el bien logrado trabajo con el analfabetismo del siglo
XIX, ni con el analfabetismo tecnológico, actualmente hay que
alcanzar una preocupación profunda por las propias emociones,
pues esto impactará en las diversas esferas de la vida escolar,
pública, social, familiar, entre otras.
No es ajeno y más aún con la pandemia, la gran cantidad de
estudiantes: niñas, niños, adolescentes y adultos (incluidos las y
los maestros) que experimentan o experimentarán ansiedad. Lo
anterior es preocupante y más con una escasa preparación en el
aspecto emocional.
En un estudio realizado con estudiantes de secundaria, se descubrió
una puntuación media de ansiedad más alta entre los estudiantes con
bajo rendimiento, encontrándose una correlación significativa. En
este contexto se presenta una relación entre mayor ansiedad y menor
rendimiento académico. (Colunga, A., et al., 2021, p. 230)
En el mismo tenor la Organización Panamericana de la Salud (2023)
ha publicado un informe que revela el aumento de la ansiedad
“Según datos de la agencia, han aumentado los casos de depresión,
ansiedad y la tasa de suicidio, que ya iba en aumento antes del
confinamiento” (p. 13).
Ante la realidad de la ansiedad y la depresión, la Organización
Panamericana de la Salud (OPS) ha propuesto una nueva agenda
para la salud mental de las Américas, por ello, es prioritario el
desarrollo de las competencias emocionales de las y los docentes, y
con ello la educación emocional, por la propia salud y para atender
la otra pandemia: la ansiedad, el estrés y la depresión.
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