Page 61 - Docentes que transforman vidas que forman...
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para llegar a donde puedo por fin tomar un transporte. Ahora
entenderán porqué mis zapatos rotos. El camión de pasajeros es un
alivio cuando tengo dinero para irme en él, porque cuando no, debo
levantarme más temprano y caminar hasta la escuela.
Tengo muy pocos amigos, en ocasiones me miran raro mis
compañeros, pues no soy como ellos, o mejor dicho ellos no son
como yo, hay quienes llegan en el coche con sus padres, los llevan
sus mamás o papás, huelen a perfume y aún conservan el fresco
aroma de haber tomado un baño antes de entrar a clase. Yo huelo
al campo, a la tierra, a la naturaleza en la cual vivo y me llena de
orgullo. No sé si sea porque normalmente luzco sucio y empolvado
o por mis zapatos que no están de muy buen ver. Sin embargo, sigo
luchando por ser alguien en la vida.
Mi mejor amiga en la escuela no es ningún niño, es mi maestra,
ella es como un sol, siempre sonríe, me pregunta cómo estoy, si
me puede ayudar, y porqué no decirlo, en muchas ocasiones me
ha invitado a desayunar, incluso gestionó una beca y puedo pedir
alimentos en la cafetería y ella los paga. Yo creo que es un ángel,
porque además siempre me trata súper bien, es más, hasta me
pide ayuda en clase, –eso me hace sentir valioso–, me dice que
soy su asistente, su brazo derecho, me siento genial por ello. Mis
compañeros me miran con respeto a pesar de mis zapatos, pues
saben que soy alguien importante para mi maestra.
El día de mi cumpleaños tuve la mayor sorpresa que pudiera
imaginar, mi maestra fue a mi rancho, mi comunidad y me llevó dos
regalos, bueno yo diría que fueron tres. Me entregó un pastel con
mi nombre y con velitas, es la primera vez que tengo uno para mi
cumple, además, me dio una caja con un regalo: eran unos zapatos
nuevos, ¡están hermosos!, no quisiera ensuciarlos de tan bonitos
que se miran. El tercer obsequio, aunque nadie lo sabe, fue su visita,
su sonrisa y el fuerte abrazo que me dio, sin duda, ha sido el mejor
cumpleaños de mi vida.
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