Page 131 - Los objetos del poder
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considerablemente, dando una garantía a tus reinas de que volverán
sanos y salvos. Piénsalo y toma tus decisiones, ellas te aman, pero
también aman a sus hijos, si llegan a darse cuenta de que por
codicia y ambición los mandaste a cavar su propia tumba, no te lo
perdonarán jamás. –Ahora, ¿hay algo más que quieras saber, que no
te haya quedado claro?
Barto se encontraba completamente sorprendido, nunca a nadie le reveló
sus planes y Aldebarán los leyó fácilmente, las palabras del espíritu eran
verdaderas, ese fue el plan de Barto desde un principio, apoderarse de
las siete reliquias, pero enviando a sus hijos por las otras seis, haciéndolos
fuertes en todos sentidos, y respetuosos ante la autoridad de su padre; no
lo podía creer, ni siquiera tuvo palabras para contestarle a Aldebarán, se
sintió enjaulado entre sus pensamientos y las palabras de su amigo inmortal,
aprisionado por el único secreto que siempre guardó.
El glorioso y sabio espíritu continuó, –en cuanto a los objetos de poder,
te diré cuáles son, pero no sabrás sus habilidades, cada uno es diferente,
respecto a su forma física y poder de acción (para este momento ya
había obscurecido), y Aldebarán comenzó a comportarse extraño,
como mareado, su cuerpo se expandía y comprimía de nuevo, era muy
extraño, como si el ánimo se sintiera enfermo, como si tuviera vértigo
y fuese a caer a pesar de flotar ligeramente sobre el piso.
Barto se dio cuenta de inmediato que algo extraño le pasaba a
Aldebarán, y le preguntó si estaba bien, el espíritu no contestó, y
Barto recordó que hace muchos años, Aldebarán le había dicho
que nunca permanecería con él hasta el anochecer, aunque sí podía
hacerlo, en la guerra peleó con Aldebarán de noche, pero nunca lo
vio en la obscuridad natural. Al principio de la conversación Barto
le pidió al espíritu que no se marchara hasta que terminaran la
conversación por completo, tal vez por ello no se retiraba. Barto con
su gran inteligencia se percató que algo raro le sucedía a su amigo
y rápidamente le dijo, –retírate, mañana continuaremos platicando,
Aldebarán se esfumó de inmediato, dejando algo extrañado al
emperador.
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