Page 132 - Los objetos del poder
P. 132
El líder de la alianza no pudo dormir esa noche, inquieto y preocupado
se removía de un lado a otro de la cama, despertando a Dayana que
en ese momento se encontraba con él, le preguntó qué lo aquejaba, el
porqué de su intriga, la razón de su acongojamiento; lo mimó y confortó
en toda la madrugada, ordenó a algunas sirvientas traer un té para relajar
y conciliar el sueño, pero no funcionó. Barto seguía preocupado por su
amigo inmortal, sólo esperaba el amanecer para invocarlo y cerciorarse de
que estuviera bien, Luna ya había sido enviada a Arabasta para preguntar
a Pilaf si había estado de noche con Aldebarán, e informaba los sucesos
acontecidos que habían pasado durante su diálogo en Magna.
Poco antes del amanecer, Luna ya regresaba con el mensaje que contestó
Pilaf, sólo decía que no invocara a Aldebarán, que él ya iba en camino
y que lo esperara. Luna era más rápida que cualquier corcel, por ello se
adelantó y pudo llegar antes de llamar de nuevo a Aldebarán.
Llegó Pilaf aproximadamente a medio día, Barto lo esperaba con ansias,
e inmediatamente se pusieron al corriente de lo sucedido, Pilaf tampoco
había estado de noche con Aldebarán, sólo cerca del atardecer, pero nada
más, así que decidieron llamar a su amigo para saber qué había pasado
con él.
La invocación fue de manera verbal por parte del rey Pilaf, Aldebarán
apareció como si nada hubiera sucedido la noche anterior, rápidamente
sus amigos mortales le preguntaron, qué es lo que había sucedido, a lo
que él contestó; –dentro de los siete espíritus existen algunas categorías, la
mía es de día, lo que quiere decir que la noche me debilita, pero sólo de
una forma. No debo estar con un mortal durante la noche, puedo vagar
y deambular sin ningún problema, pero si estoy frente a la vista de un
humano, esto hace cambiar mi esencia, me expando y me contraigo como
si me fuera a transformar en algo más, no soy yo del todo, empiezo a actuar
como sonámbulo, sin tener razón al cien por ciento de mí mismo, esto me
causa debilidad y fatiga.
Barto le preguntó, –¿qué pasaría si no te hubieras retirado? La respuesta
de Aldebarán fue clara; –nunca lo he comprobado, solo sé la teoría que
130

