Page 149 - Los objetos del poder
P. 149

tiempo pensando en la mejor forma de realizar las cosas, no pudo dejar de
            recordar a su amigo Viktor, que era conocido por ser muy pensante, ahora
            ya estaba muy animado, que podía alentar a sus dos acompañantes.

            Sofía también decidió entrenar, corriendo cuesta arriba los cerros cercanos
            a su morada, disminuyendo sus tiempos y mejorando su condición física.
            También se exponía al frío, durante las noches arrojaba hielos a la tina de
            agua con la que se bañaba y permanecía ahí acostumbrando a su cuerpo al
            frío severo, cada noche vertía mayor cantidad de hielo a la misma porción
            de agua y se quedaba allí más tiempo; su madre la apoyaba y le brindaba
            todo lo que necesitaba,  para  que no perdiera  tiempo  en pequeñeces.
            También retaba a lugareños para subir lo más rápido posible cualquier
            cerro, siempre ganaba ella, convirtiéndose en la mejor persona para la
            encomienda que le tocó llevar a cabo, en la montaña más grande de todo
            el planeta, el Tsereve.


            Sarto estaba sumamente emocionado, a él siempre le gustó conocer lugares,
            andar de un pueblo a otro y divertirse a donde quiera que iba, pero sin
            caer en el libertinaje. Conocer la reina madre de todas las montañas era
            algo grato y genial para él; además tendría la oportunidad de escalarla,
            ni siquiera existían documentos que refirieran sobre algún humano que
            hubiese realizado tal osadía, él, junto a su hermana, serían los primeros en
            pisar la cima, tendrían el objeto del poder en la cúspide, y quedaría escrito
            y plasmado en la historia que Sarto y Sofía, príncipes de Magna, fueron los
            primeros sujetos en realizar esa acción.


            La emoción y la euforia lo dominaban, incluso se le dificultaba un poco
            conciliar el sueño, por estar pensando y esperando que llegara el gran día,
            el momento de emprender el viaje.

            Brousen, al ser tan grande, sólo se intrigaba un poco al pensar algunas
            situaciones, si tenía que pasar por lugares estrechos dentro del volcán; jamás
            había estado en el interior de uno y no sabía cómo eran los senderos, si eran
            amplios o estrechos, lo que podría limitar su paso por ellos. Aunque el ser
            tan fuerte le brindaba ventaja al cargar su traje, era muy poca la diferencia
            en peso, entre un traje grande o uno pequeño, podría moverse con mayor


                                                                                147
   144   145   146   147   148   149   150   151   152   153   154