Page 148 - Los objetos del poder
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Dina poseía un amor que la cortejaba, le dedicó tiempo, pero no demasiado,
            en estos momentos la encomienda era prioridad, debía ir muy lejos, por lo
            cual empezó a correr por toda el área limítrofe de magna, era una porción
            de tierra muy grande, pero de ese modo se prepararía, para tener condición
            física y gran soporte en terrenos pesados por donde caminara; charlaba
            mucho con su madre, padre y abuelos, quienes le brindaban consejos que
            pudieran llegar a servirle en su travesía.


            Flor aprovechó su semana para visitar a sus madrastas, a todas las quería
            por igual y sabía que todas la amaban a ella, era muy importante darles
            tiempo a sus seres queridos, ya era muy buena en muchas cosas, prefería
            relajarse un poco en vez de lastimar su cuerpo, forzándolo a llegar a un
            límite; además, estar con todos los seres amados la hacía fuerte. El tiempo
            pasó muy rápido por tantas visitas a las personas, y a cada una de ellas le
            daba una gran cantidad de cariño.


            Otis era el que estaba preocupado en su tercia, al llegar a sus dominios en
            Urango, la duda lo aquejaba y afligía, él ya era mayor, nunca se caracterizó
            por una condición  física  envidiable, y  tenía  que ir muy  lejos, tan lejos
            como no había ido nunca antes, sin duda sus conocimientos y sabiduría
            ayudarían bastante a sus dos acompañantes, pero su vejez las haría ir más
            lento. Las pruebas eran de tiempo, debían regresar antes que los demás,
            y no podía dejar de sentir que atrasaría a sus dos jóvenes acompañantes;
            pensó y pensó hasta que se le ocurrió una maravillosa idea, nunca se dijo
            que el trayecto lo debían de recorrer a pie, él iría en su mejor caballo, con
            un escolta o dos, para que pudiesen esperarlo y guarecer al corcel en el
            momento de que éste ya no pudiese avanzar.


            Donde él dijera y ordenara, ellos esperarían, sin importar el tiempo que
            tardara en regresar, así llegaría más rápido, hasta el punto más lejano a
            donde llegaran los animales, no perderían tiempo ni esfuerzo, y compensaría
            su lentitud futura inminente, por los estragos del tiempo hechos sobre su
            persona; además pediría un favor a su amigo Barto, un poco de fuerza de
            su juventud como lo hizo hace tiempo con Taurus; no era trampa ni nada
            parecido, sólo un empujoncito hacia la victoria, su planeación le tomó días
            pero rindió sus frutos, valieron la pena los dolores de cabeza por estar tanto


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