Page 29 - Los objetos del poder
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Pasó poco tiempo y ambos se hicieron novios, pero Barto seguía un poco
            incómodo por tener siempre compañía, los peligros de una persona errante
            eran muchos, sin lujos ni comodidades; aunado a eso, debía proteger a
            Rousse constantemente, ella no podía seguir el ritmo de su protector, lo
            que los hacía ir más lento.


            Después de cavilar por algún tiempo, Barto decidió hablar con Rousse, al
            llegar a una parte del bosque, donde existía una pequeña cueva en la que
            podían descansar, prendió el fuego y le dijo con toda honestidad: mi viaje
            todavía debe continuar, pero tú eres una mujer delicada que no tiene por
            qué sufrir las inclemencias del clima, los suelos traicioneros del bosque, así
            como la dificultad que conlleva escalar montañas, entre otras calamidades;
            mañana cuando despertemos, separaremos nuestros caminos, yo enviaré
            una carta a mis padres con ayuda de Luna, donde les diré que te reciban
            y te acojan hasta que yo vuelva, les dará mucho gusto conocerte, también
            mis amigos ya saben de ti por las cartas que les he enviado, y se llevarán
            muy bien, te diré los mejores caminos y las formas más seguras de llegar
            con bien.


            Rousse no quería separarse de Barto, pero comprendía sabiamente que
            él tenía razón, para ella era muy difícil la vida nómada, sabía que no iba
            a durar para siempre; sin embargo, el camino no estaba muy cerca de
            terminar, no le quedó más remedio que aceptar. En la mañana al despertar,
            se despidieron amorosamente, el prometido le dio la mayoría del dinero
            que tenía, para que emprendiera el viaje y llegara con bien a Magna, que
            ahora ya era una ciudad.


            Luna ya se había adelantado  con  las nuevas noticias, dirigidas
            principalmente a sus padres, con información sobre el resguardo de Rousse,
            que la hicieran sentir querida y apreciada, ella necesitaba cariño, después
            de tantas humillaciones y dolor que sufrió, viviendo con familiares que
            la albergaban, sólo para tener una sirvienta a la cual explotar, no porque
            fuera familia legítima, por la sangre que corría en sus venas.


            Posteriormente Barto decidió hacer algo que nunca había hecho, y hasta
            ahora era un misterio, invocar a Aldebarán; aunque perdería un año de


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