Page 36 - Los objetos del poder
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apagar el sol, así que escribió, la luz del sol se apagará, y parecerá que es
de noche en pleno día. Las letras azules se tornaron rojas y desaparecieron,
sabía muy bien que ese deseo no se realizaría; pero como experimento, ya
tenía pensada su segunda oración, y la cambió de esta forma, mañana por
la tarde un fenómeno natural sucederá, la luna se atravesará entre el sol y la
tierra, lo que obscurecerá por un momento, la parte del planeta en la que
me encuentro. Las letras azules no se pintaron de rojo y desaparecieron.
Al día siguiente, casi llegando al segundo reino, por la tarde comenzó el
eclipse, y efectivamente la luna tapó por un momento al sol, entonces Barto
comprobó su teoría, podía hacer realidad cosas imposibles, si escribía
adecuadamente y muy bien pensado cada enunciado.
Llegó al reino siguiente y de inmediato se apresuró a buscar el castillo, en
la puerta dijo a los guardias, –vengo de parte del rey Otis, inmediatamente
fue recibido y hospedado en el recinto, no obstante, no pudo ver al otro rey
hasta el día siguiente.
El nuevo monarca se preguntó, ¿un enviado de Otis?, ¿será un mensajero?,
¿qué es lo que habrá pasado? Cuando tuvo tiempo ordenó a un soldado
llevar al invitado ante él, y preguntó, –¿todo está bien en Urango?, (reino
de Otis), sí, todo está bien su majestad– éste respondió, ya un poco más
relajado el rey le cuestionó, ¿cuál es la razón de tu venida, acaso Otis te
manda a entregar un mensaje? No, contestó Barto, conocí al rey Otis, y
al partir de su reino me recomendó llegar aquí, ofrecerle sus saludos y
recordar sus alianzas.
El nuevo rey no entendía muy bien la razón específica de la llegada del
visitante, pero Barto le dijo también, Otis el monarca me dijo que usted
era un excelente tirador con arco y flecha, y yo también soy muy bueno,
si me lo permite me gustaría competir con usted y algunos caballeros. El
rey, a quien le encantaba ese deporte, de inmediato aceptó, y organizó un
pequeño torneo, pero Barto el astuto ya había escrito la noche anterior
que competiría con el rey en un torneo de puntería, no podía dejar nada
al azar.
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