Page 39 - Los objetos del poder
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Por fin llegó al tercer reino (Runas) bajo el dominio de Taurus, un monarca
muy grande y enérgico, que disfrutaba de demostrar su fuerza, compitiendo
y cargando objetos muy pesados en torneos que se hicieron una moda, y
que se realizaban de manera frecuentemente en ese lugar.
Por casualidad, Barto llegó cuando se celebraban los torneos, se
escuchaba el himno de la nación, mientras ondeaba su bandera en el
asta, incluso se encendió un gran pebetero de inauguración, se inscribió
en la disciplina de mi espada es mi brazo, que consistía en combatir uno
a uno con espadas, las normas eran simples y de eliminación directa; si
te rindes, pierdes el conocimiento o sales de la arena, pierdes, no puedes
ni debes matar a tu oponente, si llegara a ocurrir en forma accidental la
defunción del adversario, el competidor ganador de la batalla no sería
penalizado, pero de lo contrario, también sería eliminado directamente
del evento deportivo, para eso había un jurado calificador de operaciones,
que juzgaba esa acción y hacía valer las demás reglas, por fortuna ni
siquiera de forma accidental, nunca había muerto un contendiente en
esa disciplina.
El único problema que Barto tenía, era no contar con su armadura, en
Magna estaba la suya, pero en su viaje sólo cargó con lo elemental, así
que no le servía mucho tenerla tan lejos, era un requisito indispensable
para participar en el torneo, llevar armadura y obviamente espada; se
inscribió de prisa y después puso todo su empeño en buscar y comprar
una armadura, encontró una barata en desuso, no era buena pero serviría,
la obtuvo de un comerciante del lugar, en un mercado de variedad de
cachivaches.
Como era costumbre, Barto escribía en su libro, que se haría amigo del
nuevo rey, pero no era tramposo y no escribiría nada sobre el torneo,
si ganaba sería por sus propios méritos y habilidades, no por un deseo
cumplido, que iría en contra de su honestidad. Por lo cual sólo escribió;
me observará el rey Taurus, durante las disciplinas del torneo, y en algún
momento lo impresionaré, lo que provocará que quiera conocerme, a
partir de ahí comenzará nuestro aprecio.
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