Page 38 - Los objetos del poder
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de aquí, no puedo llevarte conmigo; aunque si en este corto tiempo me
            pregonas que quieres estar para siempre a mi lado, en un futuro no tan
            lejano, mandaré a alguien que venga por ti, para llevarte junto a mí.

            Daysi, la  bella  joven,  pensó  toda  la  noche  en  las  palabras  de  su noble
            caballero, y día tras días se vieron y conocieron más, al llegar el momento
            de la partida de Barto, ella accedió a esperar al emisario que la llevaría
            algún día ante él.


            Dentro de los planes de Barto, estaba tener varias mujeres, no era común
            que así fuese, pero tampoco estaba prohibido, además con la ayuda del libro,
            no tendría problemas con ello, principalmente con la convivencia entre
            ellas; entonces dejó el imperio y siguió avanzando, cada vez acercándose un
            poco más a su hogar, y a mayor velocidad, el caballo avanzaba cuatro veces
            más rápido de lo que lo haría Barto a pie, además como sabía exactamente
            a dónde se dirigía, no perdía tiempo como antes, que iba sin un rumbo fijo.


            Luna mientras tanto iba y venía con noticias, todos en Magna estaban
            eufóricos y felices, porque después de  dos años y medio  de  su partida,
            Barto por fin regresaría, Marco y Fínix ya tenían demasiado alcohol, para
            organizar una fiesta en cuanto pusiera un pie en Magna; Ánni, por otro
            lado, le escribía que lo extrañaba mucho y constantemente pensaba en él,
            y en todo lo que hicieron juntos de niños y en su juventud, también quería
            derrotarlo en tiro con arco, en el pasado siempre salía victoriosa ella y
            debía refrendar su título.


            Murta  no  podía  contener  la  emoción,  su  hijo  por  fin  regresaría,  hasta
            Luna fue zangoloteada  por Murta  entre sus  efusivas reacciones, Albus,
            su padre, estaba muy orgulloso de su hijo, no sólo había salido del lugar
            donde nació, sino que conoció parte del mundo, recabó experiencias y
            amistades; a pesar de estar solo gran parte del tiempo, nunca fue presa de
            nada ni de nadie. Clorif, su padrino y maestro, le escribía que lo esperaba
            con gusto, tenía muchas ganas de ver cuánto había cambiado, y conocer
            el magnífico caballo que le había regalado un rey. Y por último, pero no
            menos importante, Rousse, una de sus enamoradas que ya vivía en Magna
            lo esperaba con amor y ansias.


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