Page 42 - Los objetos del poder
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A fin de cuentas, Barto no ganó el torneo, quedó en tercer lugar, pero
            jamás  un  extraño  sin  invitación,  había  llegado  tan  lejos  en  ninguna
            disciplina, lo que también causó intriga en el monarca, normalmente las
            invitaciones llegaban a los pueblos cercanos, y casi siempre ganaba el puño
            y la perseverancia de algún concursante conocido.


            Al finalizar las disciplinas, el rey elitista, que obtuvo el primer lugar en
            la suya, dio clausura definitiva al evento, concluyendo con un sermón de
            lo unida que era su nación, proponiendo acciones futuras para su reino.
            Después mandó llamar al extraño viajero ante su presencia.


            Me  asombró cómo derrotaste  a  Zaus (el  favorito  a ganar),  –proclamó
            Taurus,  y  además  de  eso,  llegaste  muy  lejos  en  los  juegos,  lástima  que
            perdiste la semifinal contra Darta (una mujer de los alrededores), dime,
            hijo de la tierra, –¿Quién eres tú? Barto contestó –soy un aventurero viajero
            de la ahora ciudad de Magna, llevo más de dos años conociendo lugares
            yendo y viniendo de un lado a otro, desviándome de caminos para después
            reintegrarme a ellos, según las causas que afronte; conozco a los reyes,
            Pílaf El  Grande  y Otis, le mandan sus  afectuosos  saludos. Asombrado
            Taurus rio de felicidad, y dijo: –mis amigos, ya los extraño, tengo algún
            tiempo que no los veo, pero ya que eres ciudadano de Magna, me gustaría
            establecer  relaciones y conexiones con esa ciudad, que  ha crecido en
            demasía; aunque está algo lejos de aquí, es un punto muy importante para
            el comercio, muchas rutas de vastos lugares pasan por ahí, cuando llegues
            a tu hogar, contáctame con quien se haga cargo, ya que ahí no hay reino,
            y no sé quién sea el jefe o mandatario.


            Apreciable rey de Runas –contestó Barto, cuando me fui no había ningún
            gobernante, pero ya voy de regreso a mi hogar, propondré algunas cosas
            para elegir a uno, entonces lo contactaré con usted. Al rey le cayó muy bien
            Barto, sobra decir que la escritura en el libro ayudaba en exceso, entonces
            proclamó el monarca, –te daré un decreto, por el cual mi autoridad como
            rey te alude y apoya a ti como gobernante, aunque tu ciudad no depende
            de mi reino, tal vez pueda ayudarte mucho, para que te elijan a ti, porque
            vas recomendado por un rey, esa sorpresa fue magnífica para Barto y dio
            las gracias por tan amable gesto.


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