Page 46 - Los objetos del poder
P. 46
cuenta que estás experimentando, nadie nunca antes había hecho eso,
ninguno de tus cuatro antecesores, no cabe duda que eres muy inteligente
y diferente a ellos, por eso quieres saber más de mi objeto sagrado, pero
no pongas a prueba la fuerza del libro contra la mía, porque terminarás
perdiendo tú; en cuanto a la última pregunta que me hiciste la vez pasada
que me llamaste, ¿dónde se encuentran los otros seis espíritus antiguos? La
respuesta es, no te lo diré, así respondo tu pregunta y no debo regresarte tu
mísero periodo de vida.
Barto respondió, –¿Por qué debes regresarme la vida si no contestas, a
ti te rigen otras reglas?, de inmediato se notó en Aldebarán un poco de
preocupación por la pregunta, desapareció sin decir nada, en ese instante
Barto sintió cómo algo volvía desde el exterior hacía dentro de su ser. Por
lo cual comprendió que, aunque Aldebarán era más poderoso que su libro,
también tenía que seguir normas, no podía hacer a su voluntad lo que
quisiera con el portador del libro. Pero debía averiguar esas normas que
tenía que seguir Aldebarán, y aún mejor, quién le impuso esas reglas a un
espíritu que existía desde la creación del planeta.
Barto rápidamente escribió, deseo que aparezca frente a mí un espíritu
antiguo, que no sea el que ya conozco, las letras azules se tornaron rojas para
posteriormente desaparecer. Pero cuál fue la sorpresa de Barto que volvió
a hacerse presente sin ser invocado Aldebarán, ahora no sintió el extraño
fenómeno cuando le restaban vida, esto fue porque el espíritu no fue invocado,
sino que apareció por su propia voluntad, esto no le restaba vida al mortal.
Acaso me estás retando, –dijo Aldebarán, te acabo de decir hace unos
momentos que no experimentes y continúas haciéndolo. Barto respondió,
–no estoy experimentando, no tiene nada de malo querer conocer a otro
espíritu. Aldebarán dijo, sólo puedes invocarlos por su nombre, y como no
tienes sus reliquias, aunque supieras esos nombres y los escribieras, ellos
decidirán si quieren acudir o no a tu llamado, porque el objeto que tienes
en tu poder es de mi propiedad, no de ningún otro espíritu.
Barto se apresuró a decir, –¿puedes quitarme el libro, ahora que es mío,
por tu propia voluntad? De inmediato se volvió a notar el descontento de
44

