Page 47 - Los objetos del poder
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Aldebarán, el cual desapareció de nuevo sin responder el cuestionamiento,
            como no había tomado vida de Barto, no había nada qué regresarle, al
            desaparecer sin contestar, ya que no había sido invocado.

            Barto se dio cuenta de tres reglas que regían a Aldebarán; la primera, si se
            marchaba sin contestar debía regresar el tiempo de vida que había tomado;
            la segunda, no podía quitarle el libro, en ese momento el vademécum era
            de Barto, no de Aldebarán, regresaría a su legítimo dueño hasta la muerte
            del actual poseedor, o incluso después si lo heredaba; y tercera, cada vez
            que fuera invocado forzosamente tenía que presentarse.


            Nuevamente se aventuró a experimentar y escribió, moriré a los 100 años
            cumplidos, teniendo fuerza, felicidad, salud y cordura, y nada lo podrá
            alterar  a menos  que yo mismo  escriba otro enunciado cambiando ese
            deseo. La sorpresa fue muy grande, las letras azules no cambiaron a rojo,
            eso significaba que era posible, y mejor aún, ya era una realidad, ahora
            sintió como si se llenara de aire, como si su alma se nutriera desde afuera
            hacia adentro, no pudo describir el goce de su ser, de inmediato escribió el
            nombre de Aldebarán.

            El espíritu apareció, pero la sensación que antes conllevaba el dejar escapar
            vida, ahora no la tuvo, tenía hasta sus 100 años sin cambio alguno, a menos
            que  él  mismo  decidiera  lo  contrario.  Aldebarán  no  esperó  pregunta  y
            comenzó a sermonear.


                  –No te importan mis advertencias, me has hecho enfadar, no te quitaré
                  años de vida cuando me llames, no porque no pueda hacerlo, te he
                  dicho que yo soy el poder más grande, no mi libro, yo no necesito tu
                  mísero tiempo de existencia, pero al no quitarte tiempo de vida, me
                  da la libertad de contestar o no a tus preguntas, según mi voluntad, me
                  deslinda en cierto grado; y como sabes exactamente cuándo morirás
                  y con ello cuándo heredar mi libro, probablemente no lo recupere
                  en algún tiempo, lo que le da diversión a mi juego, escuchaste bien,
                  es un juego, yo soy inmortal y me divierto observando qué hacen los
                  humanos con mi creación, aunque has llegado muy lejos, y sé que
                  continuaras desafiándome, pero si haces algo que verdaderamente


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