Page 45 - Los objetos del poder
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reformulaba la oración y las letras azules no cambiaban de color antes
de desvanecerse, tales cuestionamientos eran similares como, me crecerá
la uña del dedo anular 3 centímetros en un segundo, las letras azules se
hacían rojas y desaparecían; pero al escribir, durante toda la noche mi uña
del dedo anular crecerá poco a poco hasta alcanzar 3 centímetros, las letras
azules no cambiaban, sólo desaparecían, y al despertar, su uña ya era del
tamaño que había indicado en su oración.
Después de este tipo de experimentos decidió probar con algo mucho mayor
que una uña de un dedo, pensó seriamente el enunciado a escribir, porque
sería algo imposible posible, llamaría a Aldebarán, pero sin perder un año de
vida. Tomó la pluma que cargaba desde hace tiempo y plasmó en su libro,
invocaré a un espíritu antiguo y no perderé ni un solo día de vida al hacerlo,
el espíritu se llama Aldebarán. Al escribir el nombre del espíritu éste debía
manifestarse de inmediato, pero al escribir al principio del enunciado que no
perdería nada de su vida, era un experimento fantástico de llevar a cabo.
Las letras azules no se hicieron rojas y desaparecieron, probablemente ni
el libro tuvo tiempo de reaccionar entre lo imposible y lo posible, porque
al escribir el nombre de Aldebarán hasta el final, el espíritu apareció de
inmediato. Barto sintió cómo algo dentro de sí, se desprendió, pero fue
una sensación mucho menor a otras ocasiones, no se comparaba con el
descomunal sentimiento de perder todo un año.
Aldebarán dijo en tono molesto, –no debes experimentar en mi libro, yo
tomo el año de vida cuando me llamas, no mi libro en sí, no me sirve para
nada el tiempo de tu existencia, pero debes pagar un precio por recibir
conocimiento. La sensación que acabas de sentir es porque no tomé un
año de tu vida, sino 23 horas, escribiste que no te quitaría ni un día de vida,
y eso hice, no te quite ni un solo día, pero debo advertirte, que si vuelves
a escribir algo similar, tomaré el año completo, ya te dije con anterioridad
que yo no dependo del libro, sino que el libro depende de mí, yo soy mucho
más poderoso que mi creación.
Barto iba a pronunciar palabra, pero Aldebarán enojado continuó con
su euforia y sus palabras en su conocida voz muy grave, –me he dado
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