Page 71 - Los objetos del poder
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Aldebarán prosiguió, –hace tiempo te dije, que ver lo que los
humanos hacen con los objetos de poder, es un juego para mí, es
sólo una diversión, no soy protector del planeta o de lo que existe en
él, ningún espíritu lo es, esas creaciones sagradas pueden devastar
y convertir todo esto que ahora ves, en lo que antes fue, una bola
gigante de magma, incluso algo peor, no te servirían de nada, el
poder, la riqueza o la historia, nada de eso existiría, y para mí sólo
será una nueva etapa en la vasta eternidad.
La conversación continuó, y el mortal algo regañado y sermoneado
le preguntó al ser inmortal, una vez me dijiste Barto, hijo de Albus
y Murta, –¿por qué conoces a mis padres o mi linaje? Eres muy
inteligente –contestó, pero a veces tus palabras son tan tontas que
me haces dudar de ello, yo puedo recorrer el mundo y soy invisible
para cualquiera exceptuándote a ti, me basta con estar un lapso muy
pequeño de sus vidas mortales, a un lado de ustedes para conocerlos,
ni siquiera se dan cuenta que estuve ahí, unas horas, una semana o
un mes, el tiempo que yo deseé para conocerlos.
Entonces –¿espías a mis padres? Otra pregunta torpe, no tengo la
necesidad de espiar, sólo de conocer, al principio quería saber de
ti, lo elemental, después tú comenzaste a desobedecer mis palabras
e instrucciones, por lo cual me forzaste a saber cada vez más, por
medio de tus seres queridos, tus fortalezas y debilidades, tus destrezas,
habilidades y carencias, tus sueños, tus desgracias y tus hazañas, tu
niñez; en fin, un vasto conocimiento de ventajas y desventajas de
tu persona. A Barto no le gustó esa respuesta, pero pensó a fondo
y se dio cuenta que al encarar a Aldebarán éste haría lo propio
para vengarse, inclusive había llamado al espíritu únicamente para
obtener información, no porque en verdad quisiera ser amigo de él, la
realidad es que si Aldebarán no le respondía dónde estaban los otros
espíritus y sus objetos de poder por las buenas, lo forzaría a hacerlo
por las malas, con la fuerza de todo el ejército de la alianza, pero eso
sí lo desconocía Aldebarán, Barto nunca se lo había revelado a nadie,
por lo cual no podría haberse enterado de ello sólo observando y
escuchando a los seres queridos y cercanos al pensante mortal.
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