Page 72 - Los objetos del poder
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El tiempo transcurrió y los hijos de Barto y de las siete reinas comenzaron
a crecer, Lucas y Sofía eran los mellizos hijos de Ánni, Joaquín llevaba
por nombre el hijo de Rousse, Aurora era la encantadora hija de Scarlet,
Rousen era el hijo de Daysi, Flor por su parte, la niña de Dayana, Sarto en
honor a su padre era el nombre del niño de Gely, y por último, Dina era la
tierna hija de Bruu, la gladiadora.
Todos ellos tenían aproximadamente tres años de edad, y en ese tiempo
Barto había confesado el secreto de su libro a su madre y a Clorif. Después
de Albus, la segunda en saberlo fue Murta, la madre de Barto, con ella
habló en el castillo; madre quiero contarte un secreto, podrías sentarte
frente a mí, la amorosa madre apresuró sus pasos para acudir al llamado de
su unigénito. Y la explicación del secreto comenzó, al finalizar la historia,
Barto le dijo a su mamá, –mi papá ya lo sabe, y quiso decírtelo desde el
primer día que se lo conté, pero no quiero que nadie se entere de esto por
otra gente, más que por mí mismo. Yo lo revelaré posteriormente a otras
personas, te agradecería que no lo menciones con nadie, sólo dialógalo
con mi padre estando a solas, si es que gustan tenerlo como tema de
conversación.
La reacción de Murta fue muy prudente, creyó las palabras de su hijo sin
necesidad de ver una prueba, aún así, Barto la realizó dándole un lujoso
collar a su progenitora creado por el libro, pero a ella no le importaba
mucho, tenía una vida muy feliz y no necesitaba nada más, al contrario de
Albus, que todavía le pedía pequeños favores a su hijo.
En tercer lugar se enteró Clorif, él al igual que Albus al principio lo tomó
de forma chusca, tratando de burlarse de su ahijado, pero después sintió
miedo, cosa rara en él, porque no era una persona temerosa, pero al hablar
del espíritu y de objetos con poder antiguo, no pudo dejar de pensar
en maldiciones, espantos y fantasmas, después de un rato Barto logró
tranquilizarlo; quiso demostrarle a su padrino el poder del libro, pero Clorif
prefirió no saber más, no ver nada de eso, ni escuchar otra palabra del tema.
Se fue del lugar de donde estaban, un poco amedrentado, apresurando su
andar, sin querer información extra del secreto que acababa de escuchar.
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