Page 99 - Los objetos del poder
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y el agotamiento, no podían descansar, comer o dormir bien con tanta
furia de la naturaleza cayendo sobre ellos, sus armaduras tenían pros y
contras, los protegían de muchos golpes, pero era muy difícil y tedioso
caminar con ellas, con tales tempestades aparentemente naturales.
De pronto poco a poco se detuvo el agua y el viento, no aparecieron más
torbellinos, no se abrieron grietas en el suelo, no hubo temblores y al
parecer volvió a la normalidad el espantoso clima. Aldebarán se apareció
frente a Barto y le dijo –primera batalla, te doy tiempo y oportunidad de
que coman y descansen, si continuó como lo estaba haciendo perderás el
control de tus hombres, eso le quitaría la diversión a mi juego, te acuerdas
que te mencioné hace mucho que yo me divertía, esto sólo es eufórica
diversión, no eres ni serás rival para mí, tienes ocho horas, informa a los
otros reyes y generales, luego comenzaré a atacar de nuevo.
Barto muy cansado llamó a sus emisarios, debían llevar rápidamente un
mensaje muy importante, y con ello todos cumplir con la orden de que
descansaran, comieran y atendieran a los heridos, eso es todo lo que sabían
los mensajeros, el resto del aviso iba de manera escrita, y los enviados tenían
estrictamente prohibido abrirlo o de lo contrario morirían a manos del rey;
el texto decía lo siguiente: el espíritu que enfrentamos, nos ha otorgado
poco menos de ocho horas para descansar, comer, atender a los heridos
y reagruparnos, no tengo porqué dudar de que cumpla su palabra, no
atacará antes de ese tiempo, aprovéchenlo al máximo. Los emisarios se
retiraron inmediatamente, montando a los caballos más veloces fueron a
entregar los recados.
El ejército era tan grande que inclusive en corcel, el mensaje tardaba
tiempo en llegar a los destinatarios. Los cuernos de guerra que indicaban
órdenes no se habían hecho escuchar, porque hasta entonces se guardaba
el secreto de que ya se batían, esta vez contra un espíritu milenario, pero
Barto los hizo sonar para indicar descanso y reagrupamiento a las tropas.
El tiempo se iba demasiado a prisa, los soldados muy cansados trataban de
ayudar lo más pronto posible a sus compañeros heridos, no tenían idea, que
con rapidez se acercaban y regresarían las calamidades del mal clima, los
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