Page 101 - Los objetos del poder
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¿Qué deseas que te otorgue?, –contestó Barto.
–Como sabes, no hay nada que me interese de un mortal, pero si te
sobajas y demuestras respeto te daré más tiempo, te doy dos opciones,
tú elije cuál te favorece y conviene, puedes cortarte a ti mismo
mutilándo una parte de tu cuerpo o entregarme la vida de uno de tus
seres queridos, a mi me da igual, siempre y cuando te sometas.
Esas palabras dejaron frío a Barto, sólo contestó –necesito estar a solas para
tomar una decisión, déjame y regresa antes de que se cumplan las ocho horas
que diste de plazo. Aldebarán se esfumó dejándolo solo. Barto taciturno y
pensativo, abrumado por las palabras que escuchó tenía que decidirse, no se
trataba sólo de humillarse, sino de perder para siempre algo útil o preciado.
Por ningún motivo daría la vida de uno de sus seres queridos, por lo cual
el predicamento estaba en mutilar una parte de su cuerpo, para obtener
mayor tiempo, o dejar las cosas como estaban, siendo que el lapso que dio
Aldebarán se agotaba y el ejército no estaba listo para continuar.
Después de meditar las opciones y tomar una decisión en el tiempo
establecido, llegó a su conclusión final. Aldebarán reapareció, señal que
indicaba que el tiempo de receso estaba por expirar, con su voz grave
preguntó a Barto –¿Cuál es tu decisión?, dila ahora porque casi termina
el tiempo que te establecí como límite, Barto contestó, –he tomado
mi decisión, no te entregaré la vida de ninguno de mis seres queridos,
y tampoco mutilaré mi cuerpo por tu voluntad, continuaré como hasta
ahora.
Aldebarán sólo se desvaneció de nuevo, el plazo se había vencido y de
inmediato se sintió un ligero temblor en todo el campo de batalla, era el
reinicio de la contienda que estipulaba Aldebarán. El temblor duró un
minuto, y al terminarse, de nuevo regresaron las negras nubes cargadas
de agua y el viento comenzó a soplar, aunque esta vez con una intensidad
menor a la anterior, al igual que la lluvia. No hubo remolinos de viento y
la tropa tuvo la oportunidad de continuar su andar con mayor facilidad y
mejor velocidad, después de todo Aldebarán, estaba dando la oportunidad
de que el enemigo se movilizara, minimizando su propio poderío.
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