Page 97 - Los objetos del poder
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Barto no se dejaría intimidar, además creyó que la amenaza de Aldebarán
            era la última carta que ese ser tenía, para intentar detener la contienda,
            porque estaba seguro que perdería, y no quería enfrentar a tan enorme
            número de milicias, así que, en compañía de todos los presentes, y frente
            al poderoso ser, ordenó fuerte y claro, –avancen– de inmediato Aldebarán
            desapareció y el  enorme ejército siguió su  camino hacia la cueva de
            las  montañas, donde  habitaba  el  ancestral  ser.  El  viento  y la  lluvia  se
            acrecentaron, era muy difícil el andar, ya comenzaban a haber personas
            heridas por las ramas de los árboles y demás cosas que arrojaban los fuertes
            aires, la tierra empezó a abrirse, hubo terremotos y remolinos de tierra,
            menos fuertes que tornados. Los soldados que resollaban ya libraban la
            guerra sin siquiera saberlo o tener conocimiento de ello.

            Los reyes y René daban las órdenes, avanzar por un flanco, luego por otro,
            de frente, y posteriormente de nuevo a un lado, pensaban que Aldebarán
            no podía frenarlos a todos por igual tomando diferentes rutas, pero en
            todas las vías por donde caminaban, las inclemencias del tiempo eran tan
            brutales que cada minuto había más heridos, había repliegues por doquier,
            para luego volverse a incorporar, por la aparición y desaparición de los
            grandes remolinos, los soldados no entendían porqué tales inclemencias del
            tiempo, ninguno había visto antes combinaciones de la madre naturaleza
            tan severas.


            Los que sí estaban enterados, que la batalla había comenzado, no dejaban
            de ordenar, cada rey tenía a su mando un enorme contingente, en total
            siete grandes masas de hombres, mujeres y animales, la de Barto, la de
            Albus, la de Clorif, la de Viktor, la de Otis, la de Taurus y la de René. Por
            más que cada uno se esforzaba al máximo, el avance era muy lento, no
            sólo las inclemencias de la madre naturaleza, sino también el control de
            los animales, todo esto dificultaba en gran medida el trabajo, incluso hasta
            para caminar.


            Barto intentó dominar a las bestias, y hacer que obedecieran su voluntad,
            como cuando escribió que el alacrán picaría y mataría al bandido hace
            muchos  ayeres, por ello  escribió, todos los animales que  traemos, para
            ayudar  en  la  carga  y  en  la  lucha  del  ejército,  caminarán  a  paso  lento


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