Page 23 - Entes y apariciones entre nosotros
P. 23
Chava tomó las tijeras y las puso junto al niño, abiertas, en forma
de cruz, de esa manera evitaba que la bruja, aunque los durmiera,
no pudiera acercarse a su víctima. Pero no, la bruja se movía en
forma muy agresiva, esponjando todo su cuerpo y parando sus alas
en posición de ataque, lo que quería era salir, pero no podía, pues el
suéter volteado no se lo permitía.
Como pudo, Chava tomó su machete, Mariel agarró un palo de
escoba, esa bruja no se chuparía al bebé y mucho menos saldría ilesa.
Trataban de acercarse, tiraban golpes, pero el animal enardecido,
también atacaba desde la oscura esquina en la que se encontraba,
sólo podían ver una gran sombra que se movía al ritmo de la llama
de la vela que alumbraba la casa, y a esa sombra tiraban los golpes.
De pronto, la bruja habló, del fondo del rincón oscuro alcanzaron a
ver la cabeza de la guajolota, una cabeza combinada entre animal y
mujer, afortunadamente la oscuridad no les permitió ver la horrible
cara de esa bruja, que con una voz chillona les dijo:
—No me mates, porque si lo haces, mis pecados caerán sobre ti,
así que quita ese suéter volteado, prometo no regresar.
A Mariel y a su tío Chava se les estremeció todo su cuerpo, se
quedaron viendo, como pensando en dejarla ir, así que, sin meditarlo
mucho, Chava se acercó a la puerta y con el machete descolgó el
suéter; en ese momento, en un inesperado movimiento, la guajolota
ágilmente se deslizó entre ellos para salir, no sin antes recibir un
tremendo golpe del palo que traía Mariel, haciendo que el animal
chocara contra la puerta, rodara en el patio dos vueltas y con ese
mismo impulso saliera volando.
Ellos se pararon en la puerta viendo cómo la bruja se escapaba en la
oscuridad de la noche y se sorprendieron de que, frente a sus ojos,
en pleno vuelo, la guajolota se convertía en sorprendente bola de
fuego y se alejaba rápidamente.
21

