Page 27 - Entes y apariciones entre nosotros
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Eso no termina allí, pues mi hija no hizo mucho caso, ya que uno la
acompañaba a donde fuera, era su guardián y siempre se lo agradecía
dándole dulces. Cuando mi niña se sentaba a comer, me pedía que le
sirviera también a su amiguito, entonces simulaba que le daba una
ración de lo que estuviéramos comiendo, y aunque nadie nos creía,
mi nena también podía verlos de pequeña, aunque por tanto regaño
de su papá, supongo que dejó de hablar de ellos.
En uno de nuestros viajes en familia, fuimos a un pueblo mágico, en
donde existe un museo en el que tienen una exhibición de distintos
tipos de criaturas como hadas, elfos y duendes, pequeñas esculturas
acompañadas con tarjetas con su nombre y descripción. Entonces,
la vida me tenía preparada una sorpresa, pues al empezar a ver esa
exposición, sentí la misma sensación que percibí cuando la niebla
me seguía en la niñez.
De pronto, cuando entramos a una habitación, me quedé helada, fue
asombroso cómo, en ese preciso momento, la mirada de mi hija y la
mía se cruzaron, pues entre todas esas figurillas reconocimos uno a
uno a nuestros amiguitos, y al mismo tiempo dijimos:
—¡Son ellos!
Aunque inmediatamente mi hijo incrédulo dijo:
—¡Ay, mamá!, ¡cómo crees!
Pero mi hija y yo nos acercamos a verlos con emoción, a la mayoría
de los que estaban en esa habitación los conocíamos, ahora sabíamos
qué eran y cómo se llamaban.
Cuando salí de allí, estaba muy contenta, tenía una sensación de
tranquilidad, pues, aunque mucha gente les tiene miedo a los
duendes, yo no. Además, me enteré de que, aunque ya no lo decía,
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