Page 30 - Entes y apariciones entre nosotros
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preocupaciones anteriores podía alejar esa imagen que se quedó
grabada en mi mente.
Empecé a reflexionar, no había lugar por dónde pudiera haber
entrado a la privada ese niño, los vecinos no tenían ningún hijo
de esa edad, pero, además, los ojos completamente negros, no era
posible; pensé que tal vez lo había imaginado, que el extrañar tanto
a mi hijo pequeño por no estar junto a él pudiera ser la razón de
que mi mente jugara conmigo, así que ni cuenta me di cuando me
quedé dormido. Al otro día, estuve seguro de que todo había sido
mi imaginación.
Dos noches después, cuando ya me encontraba durmiendo, empecé
a escuchar ruido en la parte trasera de la casa, me levanté y encendí
la luz del traspatio e inmediatamente me volví a congelar, el miedo
empezó a recorrer todo mi cuerpo, pues, junto a la puerta, afuera de
la cocina, nuevamente estaba el niño, paradito, viéndome fijamente
con sus ojos completamente negros, pero ahora, con una vocecita
infantil me dijo:
—Déjame entrar.
Lo que estaba sucediendo no podía ser posible, pues el traspatio se
encuentra totalmente cerrado, no hay forma de penetrar, la única
puerta es para subir a la azotea, y siempre se encuentra cerrada, no
había forma de que ese niño estuviera allí; miles de pensamientos
recorrían mi cabeza, pero seguía completamente inmóvil, hasta
que la realidad me trajo de vuelta, mi papá tocó mi hombro y me
preguntó:
—¿Estás bien, hijo?
En ese momento, mi cuerpo empezó a recuperarse, la movilidad
volvió y balbuceando pude decir que estaba bien, entonces, me
empecé a acercar a la puerta, no había nadie, la abrí, salí al traspatio,
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