Page 35 - Entes y apariciones entre nosotros
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me estaba viendo, se me erizó la piel, me puse fría, pero no sabía
porqué sentía eso, la cosa es que el osito estaba volteado hacia
donde caminaba, traté de tranquilizarme, de no pensar mal, entré al
sanitario y supuse que era mi cabeza la que estaba inventando todo.
Cuando salí, me dirigí al lugar en donde estaba sentada sin tratar de
verlo, nuevamente me quedé fría, el muñeco estaba en mi lugar, me
paré de sopetón, con la piel chinita, pensé que tal vez mi amiga lo
había cargado y lo dejó allí, así que preferí sentarme en otro sitio de
la sala, lejos del muñeco, cuando mi amiga volvió de la cocina con
un vaso de refresco, me preguntó:
—Y ahora, ¿qué haces allá?, pero también vio la cara de susto que
tenía.
Entonces se fue conmigo y me dijo:
—¡Amiga!, ¿qué te pasa?, ¡se te fue el color!
La verdad no pensé haberme puesto pálida, pero creo que el susto fue
muy grande, así que, sin temor a nada, le dije todo, pero, contrario
a lo que pensaba, mi amiga me platicó que ya se había dado cuenta
de eso, que ella también había notado que el muñeco cambiaba de
posición, pues cuando pasaba por donde lo habían colocado, estaba
viendo hacia un lado y cuando regresaba estaba viendo para otro,
como esperándola, además, había veces que no lo encontraban, lo
raro es que en esa casa ya no había niños pequeños que pudieran
tomarlo para jugar.
Entonces, me armé de valor y le dije lo que sentía:
—Amiga, tu muñeco me da miedo.
Ella me abrazó, me dijo que no me asustara, que, si algo pasaba,
estaba segura de que era el tío Juan, que no les haría nada, pero de
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