Page 37 - Entes y apariciones entre nosotros
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para el otro lado, como esperando a la persona, que había veces que
            lo dejaban en un lugar y en cuestión de segundos, aparecía en otro.


            Que no le había dado miedo porque él quería mucho a su primo,
            pero que sí se le había hecho muy raro. Justamente estábamos en esa
            plática, cuando de pronto, Román se movió e involuntariamente me
            dejó ver su sala atrás de él, en ese movimiento, pude mirar al osito
            que les habían hecho a ellos con la playera azul que le encantaba a
            Luis, pero cuando volvió a moverse, el osito no estaba, se me heló
            la sangre, le dije:


                —¡No manches Román!, ¡el osito ya no está!, entonces, él muy
                  tranquilo me dijo:


                —¿Cómo que no está?, pues cómo lo vas a ver, si lo tengo aquí
                  conmigo.


            Se me enchinó la piel, me quedé fría, sin reaccionar, hasta que
            escuché:

                —¡Amiga, amiga!, ¿estás bien?, entonces pude articular palabras:


                —¡No manches Román, te juro que lo vi en la parte de atrás, en
                  tu sala!, él me dijo que no podía ser posible, que desde que
                  empezamos la llamada lo estaba jugueteando en su sillón.


            No pude más, así como era de directa le dije:


                —Sabes qué amiguito, ya me voy, cuídate mucho, y colgué. La
                  verdad, no soportaba el miedo de seguir viendo al osito, era
                  muy bonito, pero sólo de pensar qué era lo que lo movía o
                  porqué, me helaba la sangre.


            No podía dejar de pensar en esas cosas, no me concentraba en mi
            tarea, no tenía cabeza para nada, estaba muy nerviosa, así que, entre




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