Page 31 - Entes y apariciones entre nosotros
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busqué, pero no había nada, entonces cerré, y regresamos a nuestras
            recámaras.

            Al otro día, empecé a buscar información sobre lo que me estaba
            pasando, le comenté a una amiga y ella me sugirió conseguir agua
            bendita y hacer unas oraciones en particular; me dijo que me las
            iba a enviar, pero que las rezara, que esos niños de ojos negros son
            una presencia maligna, que debía alejarlos de mí lo más pronto
            posible, y eso sí, que por ninguna manera le permitiera entrar a mi
            casa, que aunque hiciera frío, estuviera lloviendo, lo viera mojado
            o que el niño suplicara, que no lo dejara entrar, pues entonces las
            consecuencias serían irremediables.

            Las palabras de mi amiga, en lugar de darme aliento, me dieron
            más miedo, pues ese niño ya me había pedido que lo dejara entrar,
            pero gracias al terror que me paralizó, no lo hice, pero con mis
            pensamientos ya estaba considerando abrir la puerta.


            Por varias ocasiones estuve rezando las oraciones, mis noches
            eran muy preocupantes, ya ni siquiera quería salir a fumarme
            mi cigarrillo, cualquier sombra me asustaba, me costaba mucho
            conciliar el sueño, por ello repetía una tras otra esas plegarias hasta
            que, sin darme cuenta, me quedaba dormido.


            Finalmente, una noche, escuché que tocaban la puerta de enfrente,
            por la seguridad en la privada eso no podía ser posible; sin embargo,
            los toquidos se volvieron a escuchar, el miedo me recorría el cuerpo,
            sabía quién era, me levanté, tomé la botella con el agua bendita y
            empecé a hacer las oraciones al tiempo que me acercaba a la puerta.
            Estaba completamente seguro de lo que iba a encontrar, mi piel se
            empezaba a estremecer, conforme me iba acercando a la entrada.


            Me detuve junto a la puerta y al ver por la mirilla, allí estaba, el mismo
            niño, mirándome fijamente con los ojos completamente negros, el
            pánico me había invadido por completo, entonces, escuché cómo
            dijo:




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