Page 15 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro

más humildes. Pocas son las personas que hablan español, la mayoría
de los pobladores habla la lengua mixteca.

En cuestión de educación, la situación es muy desalentadora; la
escuela primaria más cercana se encuentra a muchos kilómetros
de distancia, y no habiendo medios de transporte más que algunos
burros de carga, casi ningún niño soporta semejantes trayectos.
Muy pocos son los menores que terminan la primaria. Sólo unos
cuantos adultos de la comunidad saben leer y escribir. Los niños son
considerados más útiles para trabajar en los sembradíos ya que así
ayudan con un ingreso extra en casa.

La vida suele ser bastante rutinaria. La celebración más importante
y la más esperada era la de los santos difuntos en noviembre.

Bellos altares decorados con todo tipo de coloridas flores son
levantados en todas las casas. El tamaño de las ofrendas depende de
las posibilidades de cada familia. Las fotos de los difuntos, así como
sus alimentos favoritos nunca pueden faltar en esta celebración
cuyo objetivo es la de ser un puente entre el mundo de los vivos y
los muertos.

Fidel Manzano, como la mayoría de los habitantes del pueblo, sólo
alcanzó a terminar el segundo grado de primaria, y debido a las
necesidades de su familia, comenzó a trabajar ayudando a su padre
en labores del campo desde muy pequeño. Fidel era hijo único; su
madre murió cuando él tenía nueve años de edad. Su padre nunca
quiso contarle sobre la muerte de su progenitora. Algunos lugareños
decían que su madre huyó con un vendedor de cerdos que llegó al
pueblo en un viejo camión azul de redilas. Otras voces contaban que
ella murió debido a una infección en los riñones que no se atendió
correctamente. Casos como éste eran muy comunes en este pueblo
donde la pobreza extrema se convertía en otra adversidad a la que
tenían que enfrentarse los habitantes de este lugar.

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