Page 20 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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En un pequeño brasero colocado cerca de la puerta, Fidel preparaba
sus alimentos. Sobra decir que su dieta estaba basada mayormente
en frijol y pollo.
Los habitantes del pueblo evitaban cualquier tipo de contacto con
Fidel cuyo rostro, siempre serio parecía mostrar a una persona que
se encontraba de muy mal humor.
Fidel aprendió de su padre a no comprar las semillas al primer
precio que sugerían los vendedores. Se solía escuchar a Fidel
discutir con los vendedores cuando él consideraba que el precio no
era razonable. Cosas como éstas acrecentaban la idea general de que
él era una persona de mal carácter.
La gente solía pensar que Fidel, por ser el hijo de Pablo García,
había heredado el mismo carácter fuerte y a veces agresivo de su
progenitor. Fidel no era así. A pesar de haber sufrido por años los
maltratos de su padre, esto no afectó su sencillez. El joven Montiel
había heredado el carácter afable y humano de su desaparecida
madre.
Cierta ocasión en que Teresa fue a comprar animales a la choza
de Fidel, ésta encontró la puerta abierta, tocó varias veces, pero
nadie respondió. Al asomarse, notó que el interior de la choza estaba
muy sucio y descuidado. Se acercó al bracero y descubrió que la olla
de los frijoles estaba vacía.
Teresa salió de la choza y a lo lejos vio a Fidel trabajando en el
sembradío bajo el sol abrazador. La joven fue hasta el río cercano
y llenó un cántaro con agua fresca, la cual llevó hasta donde él se
encontraba.
Fidel sorprendido tomó el cántaro de agua fresca, y sin dejar de
mirar el rostro de Teresa bebió hasta que quedó vacío. Intentó
agradecer el detalle de la joven Teresa pero ninguna palabra logró
salir de su garganta.
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