Page 19 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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Fidel de un fuerte jalón desaparecía tras la figura de Pablo, el padre
de Fidel.
—Muy bonito —el padre de Fidel decía, denotando mucha
molestia—. Yo rompiéndome la espalda trabajando mientras
tú aquí perdiendo el tiempo con esta escuincla.
—Padre —objetó Fidel—. Terminé mis labores y alimenté a los
animales.
Fidel recibió una bofetada que hizo que perdiera el equilibrio y
terminó en el suelo con la parte derecha de su rostro enrojecida y
adolorida.
—No te quiero ver cerca de Fidel —Pablo se dirigió a la pequeña
Blanca que lucía muy asustada—. No le estés quitando el
tiempo a Fidel, él debe trabajar, él no está para estas tarugadas,
¿entendiste?, si te veo molestando a Fidel, hablaré con tus
padres y les contaré que los encontré haciendo cosas malas,
¿quedó claro?
Blanca jamás volvió a acercarse a Fidel. Ella pronto se mudó a la
ciudad de Oaxaca donde tenía parientes. Nunca volvió a San Luis
Morelia.
Por su parte, Fidel, tardó mucho en superar este episodio, el cual
dejó hondas huellas en su autoestima y carácter. Fidel de verdad
se había enamorado por primera vez en su corta vida y su padre lo
había hecho sentir como si de verdad él fuera el culpable.
Fidel creció. No se le volvió a conocer ninguna otra relación.
Fidel trabajaba sin descanso, recién terminada su labor, se encerraba
en su choza y no se le volvía a ver el resto del día.
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