Page 24 - Las gañas del perro y otras historias del lado oscuro
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—No me interesa lo que tus tontas alucinaciones digan sobre
Teresa y sobre mí, ¡lárgate de aquí!
—No digas después que no te lo advertí.
La anciana de ropa oscura dio media vuelta y, custodiada por un
enorme perro negro, se alejó con paso cansado hasta desaparecer en
la oscuridad de la noche al tiempo que los perros de zonas cercanas
comenzaban a ladrar.
Francisca, la anciana que se había acercado a Fidel, era conocida
como La Bruja de los Hongos y vivía en una choza alejada del pueblo,
los residentes le tenían miedo y en cuanto la veían la evitaban;
todos pensaban que estaba loca, sólo bajaba al pueblo a conseguir
alimento. Francisca nunca llevaba dinero, por lo que les decía el
futuro a aquellos que le dieran algo de comer. Nadie en el pueblo la
tomaba en serio y pensaban que había perdido la razón desde que
uno de sus hijos, Pedro, falleció al ser arrastrado por la corriente del
río mientras que ella recolectaba hongos y hierbas para preparar la
comida del día.
Siempre se le veía acompañada de un enorme perro negro que
jamás se separaba de ella. La gente decía que ese perro era un ser
venido del averno y que tenía más de mil años, ya que la madre de
Francisca lo había criado.
Teresa, al escuchar lo comentado por la anciana, se acercó a Fidel y
tomándolo de la mano, lo alejó de los invitados a la comida.
—Escuché lo que la anciana dijo —comentó Teresa.
—No le hagas caso, está completamente loca —respondió Fidel.
—¿Y si lo que dice fuera cierto?
—Sólo dijo tonterías.
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