Page 42 - Preludio los días de mi juventud
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primer certificado que se lograba entre toda la familia; ya mencioné
que en Copala y en los pueblos de la Costa Chica de Guerrero había
mucha gente analfabeta y mi familia no era la excepción.
Regresando de Atequiza, Jalisco, llegamos a la escuela de Roque, al
otro día preparé mi veliz y salí rumbo a Copala. El recorrido que esta
vez hice fue de Celaya, Guanajuato a la Ciudad de México, de allí al
puerto de Acapulco y de Acapulco a Copala.
A fines de noviembre arribé a mi pueblo natal, mi mamá, mis
pequeños hermanos y la familia esperaban mi llegada con ansiedad,
luego que me vieron bajar del camión de pasajeros corrieron a mi
encuentro, las vecinas que me conocían y los amigos de mi infancia
me saludaban con mucho gusto y yo les contestaba con igual cortesía,
ellos decían qué bueno que ya llegaste, tu gente te está esperando
desde ayer.
Ya estando en casa les conté con detalle de lujo el cambio de escuela
y de sistema, Xocoyucan se cerró y con eso la esperanza de estudiar
agronomía se alejaba de mis posibilidades. Roque, Guanajuato,
ofrecía la oportunidad de ser en el futuro un maestro normalista
rural.
Al siguiente día de haber llegado, mostré a mis padres, a mis
hermanitos, a mi abuela y a toda la familia el certificado de primaria,
les dio mucho gusto porque este documento era el testimonio de
haber culminado satisfactoriamente la educación primaria.
Por las tardes los estudiantes acudíamos a practicar baloncesto
en la cancha municipal que está en el centro de la población y que
en ese tiempo aún no estaba pavimentada, nos informaron que la
Asociación de Estudiantes Guerrerenses de la Cosa Chica, radicados
en el D.F., ahora Ciudad de México, habían lanzado una convocatoria
para participar en el Primer Campeonato Regional de Baloncesto y
la sede era el pueblo de San Luis Acatlán; la invitación fue aceptada,
los entrenamientos se formalizaron, la selección de Copala quedó
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