Page 40 - Preludio los días de mi juventud
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adquiridos en la clase anterior. Además, el catedrático con la lista de
            asistencia en sus manos llevaba el registro riguroso y nadie escapaba
            de ese tormento, nombraba al alumno que él consideraba en turno,
            y éste tenía que contestar hasta con punto y coma de ser posible, ese
            era uno de sus métodos de enseñanza.


            Llegaban los exámenes semestrales y a la hora de resolverlos, nos
            separaban unos de otros a tal grado que nadie podía copiar, ni sacar
            el acordeón, mucho menos soplarle la respuesta a otro compañero,
            porque los sinodales nos cuidaban y llamaban la atención al que
            estuviera volteando a los  lados,  o le recogían  el  examen  y  ahí
            terminaba su oportunidad de salir aprobado; por lo tanto, durante
            los meses antes del semestre había que quemarse las pestañas para
            pasar los exámenes con buenas calificaciones, la meta era conservar
            el promedio mínimo de ocho; de no hacerlo así, te exponías a perder
            la beca y ser expulsado de la escuela, y eso sin contar con los 100
            puntos de conducta que se nos daban durante el año, y pobre de
            aquel que bajara de los 60 puntos, lo pasaban a Consejo Escolar, y si
            no había manera de defenderse abandonaba la escuela, dicho de otra
            manera, la vida del internado estaba sujeta a una conducta rigurosa,
            a un comportamiento intachable, porque se nos amonestaba con la
            frase “algún día ustedes serán maestros, por lo tanto, deben usar
            modales corteses al hablar con las personas, buenos hábitos y un
            modelo de persona”. Sin embargo, a pesar de estas amonestaciones,
            se armaban desórdenes en los dormitorios y en el comedor que a
            veces terminaban en trifulca.


            Este  plan  personal  fue  la  pauta  que dio orden  a  las  ideas
            fundamentales, a los deseos de superación y a ver con claridad la
            manera de alcanzar los objetivos propuestos y la meta principal en
            ese año, también sirvió para la toma de decisiones en los momentos
            difíciles de la vida estudiantil, puso luz en mi camino en el momento
            de participar en las actividades programadas por el director de la
            escuela  y su equipo  de maestros;  también permitió que  actuara
            con inteligencia en las actividades que organizaría el Comité de la
            Sociedad de Alumnos en el ámbito de la política estudiantil; tanto así




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