Page 69 - Una vida dedicada a la enseñanza
P. 69

Los niños se inclinaron hacia adelante, fascinados. María procedió a
            relatar las historias que don Ernesto le había contado, dándoles vida
            con su entusiasmo y pasión. Describió las batallas, las decisiones
            difíciles, los momentos de alegría y tristeza, y la esperanza que
            mantenía a las personas luchando por un futuro mejor.


            Los estudiantes estaban cautivados. Escucharon con atención,
            hicieron preguntas y compartieron sus propias historias familiares.
            Algunos incluso trajeron objetos antiguos de sus casas para mostrar
            a la clase en los días siguientes. María se dio cuenta de que había
            descubierto una forma poderosa de enseñar, conectando la historia
            con las experiencias personales de sus estudiantes.

            Las semanas pasaron, y la integración de las historias locales en la
            enseñanza de María se convirtió en una tradición en Los Prietos.
            Los niños comenzaron a entrevistar a sus familiares, recolectando
            historias y objetos antiguos para compartir en clase. María incluso
            organizó una noche de “historias bajo las estrellas”, donde los
            padres y abuelos del pueblo se reunieron en la escuela para contar
            sus propias historias.


            Esta nueva forma de enseñar no sólo fomentó el amor por la
            historia en los estudiantes, sino que también fortaleció el sentido de
            comunidad en el pueblo. Los niños aprendieron a valorar y respetar
            las experiencias y sacrificios de sus antepasados, y el pueblo entero
            se unió para celebrar y preservar su rica herencia cultural.


            Las noches en Los Prietos eran frías, pero llenas de estrellas. A
            menudo, después de las clases y las labores domésticas, María se
            encontraba en el techo de su pequeña vivienda, mirando las estrellas
            y reflexionando sobre su día. El silencio y la tranquilidad del campo
            le permitían reordenar sus pensamientos y recargar energías para
            el día siguiente.


            Una noche, mientras María contemplaba la inmensidad del cielo,
            don Ernesto se acercó a su lado. Con su característica voz profunda,




                                                                                 67
   64   65   66   67   68   69   70   71   72   73   74