Page 65 - Una vida dedicada a la enseñanza
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El viaje al rancho Los Prietos
Tras varios años ejerciendo en la ciudad, María sintió que debía
aventurarse más allá, para enriquecer aún más su experiencia como
maestra. Los murmullos de colegas y exprofesores mencionaban
una oportunidad en un lugar remoto: Los Prietos. Para María, el
nombre resonaba con nostalgia, recordó las anécdotas que su abuela
Margarita le contaba sobre ese lugar, sobre su gente y su forma
sencilla y pura de vivir.
Decidida a explorar esta posibilidad, se dirigió al consejo educativo
del estado para obtener más información. Ahí, una señora mayor,
con un semblante de cansancio, pero ojos llenos de esperanza, la
recibió. Escuché que buscas una posición en Los Prietos, –comentó
la mujer.
—Correcto, –respondió María con firmeza. Siento que puedo
hacer una diferencia allí y tengo un lazo personal con el lugar
gracias a las historias de mi abuela.
La señora asintió, la escuela de Los Prietos ha pasado por tiempos
difíciles. Los maestros vienen y van, no todos están preparados para
los desafíos de enseñar en el campo. Pero si sientes una conexión
genuina, quizás seas la persona que estamos buscando.
Con un acuerdo verbal y una promesa de marcar una diferencia,
María empacó sus cosas y se dirigió hacia la aventura que Los
Prietos prometía. A su llegada, la vista de los campos extensos, los
niños jugando con caballos y la esencia pura del aire, confirmaron
su decisión.
El primer día de clases, un grupo diverso de niños con rostros
curiosos la esperaban. Algunos habían caminado kilómetros sólo
para aprender. Esa determinación fortaleció el compromiso de
María con cada lección, sabiendo que cada palabra y enseñanza
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