Page 61 - Una vida dedicada a la enseñanza
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Mientras María más se sumergía en el estudio de la historia de
México, más capas descubría en el tapiz de su propio linaje. Una
tarde, después de una charla sobre las reformas juaristas, María
llegó a casa y encontró a Margarita tejiendo en su silla favorita junto
a la ventana.
—Hoy aprendí sobre Benito Juárez, abuela, –comenzó María
emocionada, y sobre las leyes que impulsó para separar a la
Iglesia del Estado.
Margarita sonrió con nostalgia. Tu bisabuelo solía contarme historias
sobre aquellos tiempos. Sabes, él conoció a Juárez en persona. Decía
que más que su estatura, lo que realmente destacaba de Juárez era su
presencia; siempre parecía ser el más calmado y centrado, incluso
en medio del caos.
María se sentó a los pies de Margarita, como solía hacer de niña,
y escuchó con avidez. La abuela compartió recuerdos de la
familia, historias transmitidas de generación en generación, que
entrelazaban la historia personal con la nacional. Le contó de tías y
tíos que habían luchado en diferentes bandos durante la Revolución
Mexicana, de parientes que habían escondido a sacerdotes durante
la Guerra Cristera, y de las dificultades económicas que enfrentaron
tras la nacionalización del petróleo.
María estaba fascinada. Cada historia personal añadía una nueva
dimensión a lo que había aprendido en la escuela. Comenzó a darse
cuenta de que la historia no estaba compuesta sólo por figuras
célebres y grandes eventos, sino también por personas comunes y
corrientes, como su propia familia, que vivieron, amaron, sufrieron
y lucharon en su tiempo.
Aquella noche, mientras María se acostaba, sintió una profunda
conexión con sus antepasados. Aunque nunca los había conocido,
entendió que sus decisiones y experiencias habían dejado huella,
formando parte del camino que la había llevado hasta donde estaba.
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