Page 72 - Una vida dedicada a la enseñanza
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Amor en Irapuato
El otoño llegó con un agradable frescor a Los Prietos, y con él,
una invitación para María. Una carta de la Secretaría de Educación,
la llamaba a una serie de talleres en Irapuato. Aunque significaba
un largo viaje una vez a la semana, María aceptó con entusiasmo,
sabiendo que sería una oportunidad para enriquecer su experiencia
docente.
En su primera visita a Irapuato, después del taller, decidió pasear
por el jardín principal y explorar una pequeña librería que le habían
recomendado. Entre los estantes llenos de libros y con el murmullo
suave de los lectores, cruzó miradas con un hombre que estaba
hojeando un libro de biología avanzada. Era Alberto, un profesor
universitario con una mirada llena de curiosidad y pasión.
La conversación entre ellos nació de forma natural, comenzando
con libros y metodologías de enseñanza, y desviándose hacia
anécdotas personales y risas compartidas. Cada semana, después de
sus respectivos compromisos, se encontraban en la misma librería,
y con el tiempo, esos encuentros se convirtieron en largos paseos y
charlas interminables.
A medida que pasaban los meses, Alberto le habló de su amor por
la cultura, la historia y la ciencia. Mostró a María la riqueza de la
literatura mexicana, mientras ella le compartía las leyendas y
tradiciones de Guanajuato.
Un año después, bajo el mismo árbol donde se encontraron por
primera vez, Alberto le propuso matrimonio a María. Se casaron
en una sencilla ceremonia en Los Prietos, rodeados de sus seres
queridos. Aunque Alberto continuó con sus clases en Irapuato, cada
fin de semana regresaba a Los Prietos para estar con María.
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