Page 15 - De este mundo... y del otro
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Una vez que cayó la noche, cerró su casa y regresó a la de sus tíos, llevaba
otra cara, estaba contento, tenía a su familia en su corazón y sentía su
presencia en toda su piel, ¡qué gran experiencia!
Sucedió entonces que, todas las tardes, después de cumplir sus deberes,
tenía el deseo de estar en su hogar, en ocasiones comía con sus tíos, otras,
era más importante llegar a su casa y el hambre no le interesaba. Su tío
se dio cuenta y empezó a seguirlo para observar que no corriera ningún
peligro, al ver que estaba contento, dejó que hiciera su gusto.
Andresito empezó a limpiar su casa, a arreglar las plantas, quería
mantenerla limpia y bella, ello le devolvía la alegría, lo hacía sentir cerca
de su familia; en ocasiones cuando estaba barriendo el patio, escuchaba
dentro de la recámara como alguien jugaba y reía, él pensaba que eran las
risas guardadas de sus hermanas y se alegraba más.
Tiempo después, cuando ya no había muchos quehaceres que realizar,
iba y se acostaba en su cama, boca arriba, viendo el techo, el cual estaba
conformado de vigas características que sostenían las tablas del techo de las
habitaciones en las haciendas, que al mismo tiempo formaban el tapanco,
así, su vista se perdía en las tablas y empezaba a recordar el tiempo en que
jugaba con sus hermanas, cuando su mamá le gritaba para ir a comer, y
aunque las extrañaba, trataba de sobreponerse.
Se conformaba con voltear a ver la cama de sus hermanas, recordarlas
acostadas, podía imaginarse las posturas de ellas al quedarse profundamente
dormidas, después volteaba a la puerta que daba a la cocina-comedor y casi
podía ver a su mamá ir de un lado para el otro preparando los alimentos;
estar en casa y revivir sus recuerdos le daba las fuerzas necesarias para
esperar el retorno de su familia.
Y sucedió que, aunque él no se daba cuenta, cada vez más, estaba dejando
de hablar, ya no era necesario, todo ocurría en su mente, pero su tío lo
empezó a notar, hubo ocasiones en que lo esperó cuando regresaba de su
casa, la cual el niño visitaba diariamente por horas, entonces, trataba de
platicar con él para sacarle palabras.
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